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El largo camino hacia el Rectorado de la UGR (y III): ideas para el futuro

“Pero, ¿no lo sabe usted, señor Stoner? “, preguntó Sloane.

“¿Aun no se comprende usted a sí mismo? ¡Usted va a ser maestro!”

Stoner de John Williams

Tras la victoria en las urnas, comienza la etapa más importante, la realización del proyecto presentado en campaña. Para ese futuro me gustaría destacar dos elementos que pueden ser claves.

Estudiantado y Sociedad

Destacaría en primer lugar la importancia de los estudiantes y de la sociedad en su conjunto en el marco universitario. Los estudiantes son la razón de ser de la Universidad, la manifestación más directa del servicio público que abandera la institución. Debemos dejar de verlos como ese colectivo que en el mejor de los casos pasa 4 ó 5 años en nuestras aulas. La visión debe responder a una concepción ciudadana y abierta. Debería ser objeto de nuestra atención aquel que aún no se ha matriculado en nuestros títulos y de forma muy especial con un seguimiento reforzado aquel que ha dejado nuestra institución. Los egresados, embajadores de Granada, Ceuta y Melilla y de nuestra Universidad por todo el mundo. El estudiantado es el componente de implicación social más esencial de la institución, aporta la frescura, la renovación y la visión crítica que toda organización y particularmente una dedicada al conocimiento precisa.

A lo largo de los últimos años, cuando desde GrinUGR hemos trabajado con una aproximación abierta en la organización de actividades y cursos hemos sido testigos de que la mezcla de las distintas experiencias, que aportan profesorado, PAS, estudiantes actuales, egresados y ciudadanos en general es fecunda. Genera ciudad, cumple una función pública de gran valor. Poner el foco en los estudiantes y en la sociedad, abriendo las puertas de la Universidad todo lo que den de sí, sólo puede redundar en una mejor sociedad, más formada, más crítica, más convencida del valor transformador del conocimiento.

Experimentación e Innovación

El otro gran elemento que me gustaría resaltar es el doble papel que creo que la política universitaria debe desempeñar, por un lado, algo fundamental como es una gestión responsable, transparente y austera de los recursos disponibles, y, por otro lado, la innovación y la experimentación en nuevas formas de generación de conocimiento, de emprendimiento y de conexión e hibridación con la sociedad en su conjunto.

Al hablar de experimentación quiero recordar la visión liberal y librepensadora de Henry David Thoreau, tal y como queda expresada en Walden una de sus obras de referencia. Thoreau se retira en 1852 a una cabaña que él mismo construye a las orillas del lago Walden y comienza a reflexionar sobre su vida cotidiana y sobre el mundo de su tiempo y su civilización. Hay en su actitud algo profundamente moderno, el hecho de vivir la vida como una sucesión de experimentos, de recorrer los caminos que no han sido transitados o que el «sentido común» no recomienda.

[…] lo que quiero decir es que los estudiantes no deberían jugar a la vida, o simplemente estudiarla, mientras la comunidad los sostiene durante el tiempo que dura ese costoso juego, sino que deberían vivirla intensamente de principio a fin. ¿Cómo podrían aprender mejor a vivir estos jóvenes si no es realizando el experimento de la vida?

Walden, Thoreau (p. 55)

Hay en sus páginas referencias a todo tipo de temas. Casualmente fue durante el trayecto a Melilla con Pilar durante la campaña electoral cuando encontré un pasaje en el que Thoreau rechazaba la educación universitaria que enseña a vivir la vida sin vivirla, sin convertir la experiencia de la vida en su propio aprendizaje. Este enfoque forma parte de buena parte de las pedagogías que se proponen en el entorno red en que vivimos inmersos gracias a las tecnologías. Entronca aquí esta idea de experimentación con la cultura digital.

La cultura digital nos ha ayudado a incorporar la experimentación y el prototipado dentro de los discursos académicos y educativos. Son valores que aparecen recogidos en la ética del hacker (Himanen, 2003) que se encuentra en la base de la arquitectura de Internet y de la Web, representando una de sus máximas fortalezas al permitir un desarrollo continuo en el que los usuarios se convierten en productores de tecnología y en agentes transformadores de la red en su conjunto. Como señala Castells (2001: 28) se trata de un «process of learning by producing».

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Desde este punto de vista, en línea con lo que expuse meses atrás, la transversalidad y la hibridación entre disciplinas es un factor de disrupción e innovación que hay que potenciar. La cultura digital no entiende de disciplinas, es tan ancha como la realidad misma. Quizá sea una oportunidad para superar la falsa división entre las dos culturas científicas como exponía Charles Percy Snow en su ensayo de 1959.

Nuevas formas de experimentación que tengan como motor la transparencia en el conocimiento, el acceso a una cultura más abierta y nuevas formas de colaboración. Experimentar nuevas interfaces de conexión con la sociedad y el estudiantado que no distingan entre una presencia «real» (física) y otra virtual, descafeinada.

Al igual que el proceso de aprendizaje puede ser entendido como un laboratorio de experimentación, mediante la realización de proyectos, la construcción de artefactos, la puesta en valor del fallo y del error como parte de trayecto hacia la mejora; la Universidad debe ser el alma mater donde todo este espectro de posibilidades ocurra. La Universidad comprende los mejores años de formación de nuestros estudiantes, los momentos en los que su talento puede explotar, no solo de una forma pasiva sino como agentes creativos y de cambio.

Toda esta serie de fenómenos emergentes, en beta permanente, han dado lugar a la generación de espacios de investigación, experimentación, convivencia, fuera de los límites de la institución universitaria, dado que generalmente la universidad se ha mostrado demasiado rígida para acogerlos y potenciarlos. Surgen iniciativas en la periferia de la organización institucional del conocimiento como son MediaLab Prado, en Madrid, donde se experimenta poniendo el foco en los procesos mismos, más que en los resultados. En su web se define como un “laboratorio ciudadano de producción, investigación y difusión de proyectos culturales que explora las formas de experimentación y aprendizaje colaborativo que han surgido de las redes digitales”. Estalella, Jara y Lafuente (2013: 30) explican que MediaLab Prado “sitúa su investigación en la intersección entre arte, ciencia, tecnología y sociedad donde interdisciplinariedad congrega a hackers, artistas, académicos, productores culturales, humanistas, científicos sociales y programadores que se reúnen para experimentar en el desarrollo de prototipos”.

En esta cultura de experimentación, lo tecnológico puede tener un papel muy importante, sin embargo, no es lo único ni probablemente lo más importante. Retomo unas líneas del discurso del premio del Consejo Social:

La mayor parte de las problemáticas que implican tecnología revisten un componente cultural. Es más fácil dar ordenadores que cambiar una cultura de trabajo, que repensar una pedagogía. Confundimos plataformas con innovaciones. Solemos fallar en las estrategias. Es por ello que las ciencias sociales y las humanidades son indispensables para afrontar una reflexión crítica de los fenómenos tecnológicos. Lejos de una visión determinista en este momento de tranformación histórica, sólo la apropiación de la tecnología puede devolvernos el poder. Somos creadores, somos makers, programamos nuestro software, imprimimos nuestros diseños, creamos nuestra realidad. Lo que hemos aprendido en el espacio digital ahora se filtra a las calles y las plazas: nos creemos por fin capaces de apropiarnos de nuestro entorno.

ideas UGR

En definitiva, confío en que este también sea el tiempo para estas claves.

Estudiantado y sociedad.

Gestión responsable, transparente y austera, y experimentación e innovación.

Estas dos ideas finales y la memoria de una campaña y una elecciones me hace recordar algo que ha estado muy presente en los meses pasados: el amor a la Universidad de Granada, a la Universidad Pública, el amor a la enseñanza, a la investigación y a la gestión, esto es, al cuidado de lo común para cumplir mejor nuestros fines.

Vuelvo a finalizar este conjunto de tres artículos con esta cita de la novela de John Williams, Stoner, sobre la vida de un profesor universitario:

“Pero, ¿no lo sabe usted, señor Stoner? “, preguntó Sloane. “¿Aun no se comprende usted a sí mismo? ¡Usted va a ser maestro!”

De repente Sloane parecía estar muy lejos, y las paredes del despacho retrocedían. Stoner se sintió a si mismo suspendido en el aire y oyó su voz preguntar: “¿Está usted seguro?”

“Estoy seguro,” dijo Sloane suavemente.

“¿Cómo puede afirmarlo así?¿Cómo puede estar tan seguro?”

“Es amor, señor Stoner,” dijo Sloane con mucho ánimo. “Está usted enamorado. Es tan simple como eso.”

Referencias

  • Castells, M. (2001). The Internet Galaxy. Reflections on the Internet, Business and Society. Oxford: Oxford University Press.
  • Estalella, A., Rocha, J. & Lafuente, A. (2013). “Laboratorios de procomún: experimentación, recursividad y activismo”. Revista Teknokultura, 10(1): 21-48.
  • Himanen, P. (2003). La ética del hacker y el espíritu de la era de la información. Barcelona: Destino. Disponible en pdf.

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Esteban Romero Frías

Catedrático de la Universidad de Granada. Vicerrector de Innovación Social, Empleabilidad y Emprendimiento. Innovando desde MediaLab UGR. Transformando desde ReDigital.