Desde hace un par de años me propongo leer un libro por semana a lo largo del año. Por supuesto las lecturas no se miden en volúmenes ni en páginas, la quantitas
Voy a aprovechar este artículo para hacer un repaso general de todos ellos: un balance de fin de año que vaya más allá de una simple relación cronológica. Ordenaré conforme a otros criterios.
Novelas gráficas (comics)
Empecé el año con Cleveland, de Harvey Pekar, un libro que la editorial Gallo Nero amablemente me envió a casa tras mis quejas por los fallos de edición de otra obra que compré. Retomé la novela gráfica once meses después con dos obras El azul es un color cálido, de Julie Maroh y Los surcos del azar, de Paco Roca (reseña propia). La primera de ellas es la historia de una chica adolescente que se enamora de otra chica. Aborda los problema sociales y familiares a los que se enfrenta por ello. Es una historia conmovedora sobre la libertad y la aceptación de uno mismo. Inspiró la aclamada película La vida de Adele. Sobre la obra de Paco Roca podéis leer esta reseña.
Literatura latinoamericana
Han sido varios los volúmenes en este apartado:
- Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
- El misterio de la orquídea Calavera, de Élmer Mendoza (reseña propia).
- La paz de los sepulcros, de Jorge Volpi (reseña propia).
- Instrucciones para vivir en México, de Jorge Ibargüengoitia (reseña propia).
- La Nieve del Almirante, de Álvaro Mutis.
- La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.
- Guerra de tiempo y otros cuentos, de Alejo Carpentier.
Destacaría la lectura de autores mexicanos, los cuatro primeros de la lista; cinco si añadimos a Mutis que residió buena parte de su vida en DF. Tras vivir dos meses en Coyoacán, desde finales de mayo, no me cabe duda que la literatura no deja de ser un buen medio para aproximarse a la cultura de un país. Algunos de los anteriores cuentan con reseña propia a la que me remito. Recomiendo sin duda Pedro Páramo, especialmente si se puede leer junto a otros o con algún lector experto. Es un libro apasionante, tan breve como intenso y de una maestría y fuerza literaria difícilmente igualables.
La invención de Morel, de Bioy Casares, obra mítica que cabría situar en el plano de la ciencia ficción. En el prólogo Borges indicaba que no le parecía «una hipérbole calificarla de perfecta». Tecnología. Vida más allá de la vida. Realidad y representación. Simulacro. Leí un antiguo ejemplar de la Senate House Library de Londres.
Finalmente, Guerra de tiempo, de Carpentier. Un libro de virtuosismo lingüístico. Formas transgresoras. Juegos con el tiempo. Tramas circulares. Un conjunto de textos de difícil lectura, pero de recompensa segura.
Novela negra
Ha sido mi género del año con nueve obras, cada una de un autor distinto. Queda tanto por leer que prefiero no encariñarme por ningún detective de momento.
- Red harvest, de Dashiell Hammett.
- El secreto de Christine, de Benjamin Black (reseña propia).
- El camino blanco, de John Connolly (reseña propia).
- Asesinato en el Comité Central, de Manuel Vázquez Montalbán (reseña propia).
- La mujer de verde, de Arnaldur Indridason.
- A de adulterio, de Sue Grafton.
- El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva.
- Mi amigo Maigret, de Georges Simenon (reseña pendiente).
- Matar a Johnny Fry, de Walter Mosley.
La primera de ella fue Red harvest (Cosecha roja), primera novela de Dashiel Hammett. Uno de los textos fundacionales de la novela negra (casi podríamos decir roja) norteamericana. Un libro que me deslumbró por su velocidad, su acción, su trepidante trama, en la que un investigador privado de La Continental se toma como algo personal un trabajo en Personville (Poisonville) y acaba poniendo patas arriba una ciudad dominada por el crimen, las bandas, la corrupción. Diversión asegurada, trepidante, diálogos eléctricos, violencia y un sinnúmero de personajes. Sin duda lo más clásico y lo mejor que he leído dentro del género este año. Leí la obra en una antigua edición de los 60 de Penguin que compré de saldo en la Waterstones de Gower Street en Londres.
Siguen dos irlandeses. Parece que están de moda. Buena literatura. Ambos cuentan con reseña propia. Destaco a Benjamin Black por ser el heterónimo de John Banville para estos trabajos “sucios”. Luego volveré sobre él en su faceta “seria”.
Entre los españoles, por fin me estrené con el inspector Carvalho y, por recomendación de JJ Merelo entré en el mundo de los guardia civiles de Lorenzo Silva. El alquimista impaciente, primera novela de su saga, se enmarca en un mundo de corrupción ibérica, mesetaria. Esto le añade interés a una historia que se centra sobre una misteriosa muerte que no se acaba de saber si es un asesinato o no. Al margen de la corrupción, aborda problemas medioambientales en torno a una central nuclear, prostitución, etc. Lo mejor en mi opinión la creación de los personajes. No fue una historia que me atrapara como otras, pero que sí me deja con las ganas de seguir a la pareja Bevilacqua y Chamorro.
La mujer de verde, de Indridason, otra recomendación de JJ, ha supuesto mi primera aproximación a la novela negra islandesa. Lo exótico de aproximarse a estas literaturas nos acaba reconciliando con la constatación de que en todas partes cuecen habas y, en su día con Mankell y ahora con Indridason, parece claro que buena parte de sus tramas más oscuras hunden sus raíces en los tiempos cada vez más lejanos de la Segunda Guerra Mundial.
A de Adulterio, de Grafton, ha sido mi primer y de momento único audiolibro. Aproximadamente ocho horas de escucha entre idas y venidas entre la facultad y mi casa. Toda una experiencia, en ocasiones bastante extraña, la de ver pasar el mundo mientras escuchas una historia. La lectura nos encierra en un espacio donde el resto de estímulos se cancelan, sin embargo la escucha de un texto no produce este efecto. Debo decir que disfruté la novela. Una mujer detective por fin. No suelen abundar. Una ex mujer acusada de asesinato que sale de prisión para promover la investigación de un caso de asesinato con veneno de adelfas que ella insiste en no haber cometido. Novela negra sin excesivas pretensiones pero eficaz. Un buen rato para adentrarse en el abecedario del crimen de Grafton.
Queda pendiente una reseña de mi primera aproximación al comisario Maigret, de Simenon, uno de los clásicos europeos del género.
Finalizo con Matar a Johnny Fry, de Walter Mosley. Hace un mes iba para Madrid y encontré por escasos euros este ejemplar en una libraría de saldo en la estación de autobuses. Alguna pegatina sensacionalista en la portada del libro hablaba de sexliteratura. Me repelen estos reclamos, pero considerando que la editorial, Alfaguara, merece mis respetos y tras hacer una búsqueda del autor en Wikipedia, uno de los principales exponentes de la literatura negra afroamericana, me decidí a comprarlo. La novela engancha de principio a fin. Hay un muerto, lo cual no deja de justificar lo negro del género, sin embargo lo más destacado de la misma es su alto voltaje sexual. Sin duda sexo de verdad, crudo, exploratorio, transgresor, en torno a un personaje en busca de su identidad tras descubrir cómo su novia le engaña con otro hombre. Volvería a leerlo.
Añado un par de obras que no he considerado anteriormente (incluidas dentro del apartado de latinoamericanos):
- El misterio de la orquídea Calavera, de Élmer Mendoza (reseña propia).
- La paz de los sepulcros, de Jorge Volpi (reseña propia).
Recomiendo especialmente la obra de Volpi. Brutal descripción de los problemas de México a través de una novela negra contundente. De Élmer Mendoza recomiendo los libros anteriores a este, su saga clásica protagonizada por el detective Edgar El Zurdo Mendieta.
Ciencia ficción
Pocas novelas. Al margen de La invención de Morell, que se podría incluir también en este capítulo, el título ha sido El juego de Ender, de Orson Scott Card. Comencé su lectura a finales de febrero, coincidiendo con el inicio de la estancia en Londres y con mi semana de visita al eHumanities Group en Amsterdam. La recomiendo. Un clásico del género que explora el mundo de la formación y los juegos; todo ello con el fin de luchar contra una posible nueva invasión extraterrestre.
Ensayo
El año no ha sido propicio para el ensayo. Quizá porque buena parte de mis lecturas en blogs tienen este carácter, aunque de forma más fragmentaria. Destaco por un lado El maestro ignorante, de Jacques Rancière, sobre la que elaboré una comunicación con Carlos Magro, y, por otro, La utilidad de lo inutil, de Nuccio Ordine, un breve manifiesto ensayo contra el utilitarismo imperante en la universidad. A través de clásicos y citas de diverso tipo, Ordine hace un recorrido impresionista sobre algunos autores que han reivindicado el valor del arte y la cultura en sí mismos. Una lectura estimulante aunque se echa en falta mayor profundidad y reflexión.
Literatura anglosajona
Aparte de los volúmenes de novela negra que provienen del ámbito anglosajón, este año he leído un par de libros de Graham Greene. En El factor humano se presentan los conflictos morales de los personajes que tanto caracterizan la obra del autor. Atrapados en un mundo de espías y guerra fría deben elegir entre la fidelidad a un país, a unas ideas, a las personas. Monsignor Quixote, obra que leí en inglés en un volumen de bolsillo de segunda mano comprado también en la librería Waterstones de Gower Street, es una rara avis en la obra de Greene (probablemente lo sería en la de cualquier autor). Se trata de su última obra, publicada a principios de los ochenta. Una relectura moderna del Quijote ambientada en la España que recién ha recuperado la democracia. Don Quijote es un cura del Toboso enfrentado al obispo y Sancho Panza el ex alcalde comunista del pueblo. Ambos se montan en un seiscientos (?) y se dedican a recorrer España mientras discuten sobre política, religión, moral. Una pequeña joya, con un especial significado para los españoles.
Stoner, de John Williams, ha sido una de las novelas más emocionantes que he leído este año. Publicada en los 60, pasó sin pena ni gloria en Estados Unidos y ha sido rescatada a través de su reciente éxito en Europa. En 2013, Tim Kreider titulaba en The New Yorker “The Greatest American Novel You’ve Never Heard Of“. Se trata de otra de las reseñas pendientes que tengo. El libro, calificado como una especie de anti-Gatsby, relata la historia de un modesto profesor de literatura para el que todo en su vida es fracaso. La literatura sin embargo recupera la dignidad de una vida como tantas que sin pena ni gloria pasa.
Antigua luz, de Banville. Tras haber leído a Benjamin Black, los ecos se reconocen fácilmente. Banville es un artesano de la palabra. La cuida, trabaja cada frase, enriquece el vocabulario, se esfuerza en explorar las posibilidades evocadoras del lenguaje. Antigua luz recoge la historia de un actor de teatro que en su juventud, siendo adolescente, mantiene una relación con la madre de su mejor amigo. La luz de esa relación, que un mal día se trunca de forma inevitable, ilumina el resto de sus días. Este personaje, a la vez la voz que narra la historia, es el único hombre con un papel central en la novela. El resto constituye un universo femenino que incluye a la señora Gray, la madre de su amigo, a su propia esposa, a su hija y a una actriz con la que protagoniza una película. Diversas mujeres que componen los referentes de su vida. Todos de alguna manera iluminados por la luz de aquel primer amor iniciático en los brazos de la señora Gray. Compré esta novela en 2012 en Madrid en un encuentro con el autor en el ayuntamiento. Tengo el volumen firmado.
La naturaleza de las lágrimas, de Peter Carey (reseña propia), es una de la pocas lecturas prescindibles de este año. Una novela fallida en mi opinión que no me deja más ganas de continuar leyendo al autor.
Aprovechando unos días en Mallorca este verano decidí llevar conmigo las memorias de Robert Graves, Adiós a todo eso, que comprara en edición de bolsillo hará (quizá) más de 10 años con la idea de tal vez leerlas algún día. Se trata de un documento muy interesante sobre la vida en el frente en la Primera Guerra mundial. Toda una hazaña que Graves sobreviviera para decir adiós a todo lo vivido y marcharse a Deià en Mallorca. Tengo el libro lleno de subrayados para poder escribir también una completa reseña.
Literatura española
Literatura francesa e italiana
He descubierto la obra del Nobel Patrick Modiano. Mi primera aproximación ha sido En el café de la juventud perdida. Un feliz encuentro por París que recomiendo. Os invito a leer el artículo que escribí al respecto.
Finalizo este recorrido con una deliciosa obra de Italo Calvino, Marcovaldo, publicado por Libros del Zorro Rojo con preciosas ilustraciones de Alessandro Sanna.
Propósitos para 2015
Para este año que iniciamos renuevo mis propósitos de mantener un buen ritmo de lecturas, 52. A ver por dónde me encuentro dentro de un año. Ya he comenzado con textos de Daniel Kahneman (Pensar rápido, pensar despacio), Alice Munro (los relatos del tomo Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio) y Fiódor Dostoyevski (Memorias del subsuelo).
No se pueden planificar las lecturas. La elección de unos textos u otros debe estar sujeta a cierto azar, a lo contingente y circunstancial. Las bibliotecas están para ser leídas pero nunca en su totalidad. Sabes que muchos de esos libros, en papel o digital, nunca serán visitados por mirada. Y así debe de ser. No todos los libros se compran para ser leídos, sino para recordar que una vez pensamos que tal libro así lo merecía, algún día, tal vez en aquellas circunstancias o en otras circunstancias futuras.
Con todo, este año me gustaría leer más ensayo, más clásicos, más en otros idiomas (inglés y quizá aventurarme con el francés).