Hoy miércoles 4 de febrero pronuncio una conferencia
La conferencia, titulada “Emancipación intelectual y apropiación tecnológica: los antiguos somos nosotros“, hace un guiño a un reciente artículo de Carlos Magro, si bien va por derroteros distintos haciendo un recorrido sobre el origen del actual entorno digital ubicuo e hiperconectado. Esta es la presentación que utilizaré en la misma seguida de un resumen con algunas de las reflexiones.
Los continuos desarrollos científicos y tecnológicos que han acabado por saturar nuestra capacidad de asombro. Antes de ser capaces de entender y asimilar un nuevo avance lo vemos superado por el siguiente. Al referirnos a las “nuevas tecnologías”, concepto tan extendido como vago e inexacto, olvidamos que el libro que leemos, el lápiz con el que escribimos, el papel que empleamos sin mayor aprecio, fueron en su tiempo desarrollos tecnológicos revolucionarios.
Inmersos en este ritmo frenético, es probable que en los últimos 50 años no haya habido ninguna revolución tecnológica tan importante como la protagonizada por el desarrollo de la informática y por la creación de las redes de comunicaciones a escala global. Particularmente me refiero a la invención y desarrollo de Internet y posteriormente de la World Wide Web. Tras el desarrollo de las tecnologías de la información, hay un anhelo humanista con ambiciones educativas, pacifistas e investigadoras.
En la Edad Media, el conocimiento estaba restringido a estamentos privilegiados que eran los únicos capaces de leer y escribir. Por contra, el Renacimiento, con el revolucionario invento de la imprenta y, posteriormente, la Ilustración, con su sueño enciclopédico, hicieron que el conocimiento, unido a un incipiente desarrollo científico, se multiplicara y difundiera entre capas sociales privilegiadas, pero cada vez más amplias. Las bibliotecas vivieron un floreciente desarrollo y surgieron las bibliografías universales, que buscaban proporcionar acceso al conocimiento recopilado. Con todo, la Enciclopedia sigue siendo el producto de una élite cultural para una élite cultural, en una sociedad en la que la mayor parte de la población es analfabeta.
A lo largo del siglo XX con el creciente desarrollo tecnológico, la utopía del acceso universal a la información se manifiesta como un proyecto viable en la imaginación de diversos científicos y escritores, como Paul Otlet y H.G. Wells. Al compás de los grandes enfrentamientos bélicos del siglo, se va generando la idea de que la recopilación y acceso al conocimiento por parte de todos los ciudadanos constituye la mejor vacuna contra nuevas guerras. Este pensamiento utópico se compagina con el objetivo instrumental de organizar el conocimiento científico de una manera más eficiente, al tiempo que con la carrera militar para generar nuevas tecnologías que permitieran alcanzar ventajas competitivas frente al enemigo. Es el caso de la propuesta de Memex realizada por Vannevar Bush en 1945. Posteriormente, asistimos al desarrollo de las computadoras y a la invención del hipertexto y de Internet, en el contexto de la Guerra Fría y de los esfuerzos de los Estados Unidos por imponerse al bloque comunista. Aún habrían de pasar 20 años hasta que Tim Berners-Lee, creara la World Wide Web con el objetivo inicial de organizar el conocimiento que los científicos generaban en el CERN, sede de la Organización Europea para la Investigación Nuclear.
Durante los 90 la Web se expande por los más diversos ámbitos con especial incidencia en la economía. En los albores del siglo XXI se produce la gran burbuja de las puntocom. Las altas expectativas levantadas sobre un cambio de paradigma económico incentivaron las inversiones en infraestructuras lo cual permitió en un lapso de apenas cinco años el surgimiento de la idea de Web 2.0, la Web Social, una web en las que todos pueden participar sin necesidad de disponer de unos avanzados conocimientos técnicos. Internet y la web se hace ubicua al mismo tiempo a través de teléfonos inteligentes, de tablets, de dispositivos que todos llevamos puestos (wearables).
En el ámbito educativo el impacto de las tecnologías de la información ha sido muy significativo. Desde el desarrollo de la educación a distancia basada en vídeos, cintas o en la propia televisión, hasta el empleo de Internet a través de plataformas diseñadas con tal propósito. Las plataformas virtuales han parecido estar diseñadas para reproducir la organización física de los espacios destinados a la instrucción (aulas virtuales, cafés a modo de chats…). Los propios docentes han considerado que hacer lo mismo que se hacía en la clase magistral a través de una plataforma o mediada por tecnología suponía un cambio determinante en el proceso educativo (compartir materiales en PDFs, recibir trabajos en forma de archivos de texto, emplear diapositivas en clase reproduciendo los textos íntegros que antes se dictaban, etc.). Pareciera verificarse aquello de Lampedusa en el Gatopardo: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie“.
Muchas veces la incorporación de las tecnologías en la educación se ha hecho más desde una concepción determinista que como resultado de una reflexión pedagógica. Valga como ejemplo la reciente deriva de los MOOCs conectivistas a los xMOOCs masivos desarrollados a través de grandes plataformas que sirven vídeos instruccionales y ejercicios de evaluación automatizados.
Apuntemos otro de los casos volviendo al sueño Enciclopédico. Encarta acabó con la Enciclopedia Británica o con la monumental Espasa. Wikipedia ha hecho sucumbir a Encarta. ¿Qué redistribución de los recursos económicos y del capital intelectual representan estas transformaciones? ¿Qué nuevas epistemologías emergen? ¿Qué reflexión hemos hecho desde la Universidad más allá de rechazar prácticas del estudiantado que los propios académicos realizan?
El progreso es una explosión de luz cegadora que año tras año nos impulsa a adivinar futuros en educación que no se acaban cumpliendo.
Hasta qué punto la tecnología, siguiendo las formas educativas tradicionales, no puede acabar derivando en un perfecto panóptico, certificado por los más estrictos sistemas de calidad. En 2014 fenómenos como la economía de datos, la impresión 3D, los dispositivos que llevamos puestos (wearables)… han seguido avanzando o se han empezado a consolidar. ¿Qué respuesta vamos a dar desde la educación? Una crítica pedagógica o un irremediable determinismo. Apropiación o rendición.
Lo digital nos ha enseñado que existen formas enriquecidas de relacionarnos y cooperar, nos ha puesto de manifiesto el poder de lo abierto y de compartir. Lo digital se ha hecho invisible y ahora inspira la organización del propio mundo físico. Finalizo con una apuesta por una reivindicación de los valores que construyeron la Red, una red libre, para el conocimiento conectado, para el lectura y generación de contenidos, un espacio de desarrollo personal y ciudadano que arroje nuevas y complejas preguntas acerca de nuestra identidad y de nuestra concepción del mundo. Una reivindicación por un mundo más abierto y conectado que cerrado y aislado.
Fotografía de portada: Election night crowd, Wellington (1931), National Library NZ, en dominio público.