Mi intervención en el marco del I Congreso Internacional de Humanidades Digitales y Pedagogías Culturales ha versado sobre la “Difusión cultural desde las Humanidades Digitales”. Comparto mis notas y la presentación empleada sobre esta cuestión.
En primer lugar, cabe destacar que nos encontramos en un contexto de redefinición de las Humanidades. Son varias las propuestas que, en este sentido, se ha desarrollado bajo denominaciones como: New Humanities, Humanidades Públicas (Public Humanities), Humanidades Generativas (Generative Humanities) o Humanidades Digitales, entre otras.
Existe una búsqueda de un mayor reconocimiento social y académico que se evidencia en una reducción de los fondos de investigación en este campo así como una menor presencia frente a otras áreas científicas. Las Humanidades deben alcanzar una nueva forma de relevancia en la sociedad digital.
En relación con el enfoque público, comparto estas palabras de Burawoy, entresacadas del capítulo de libro que escribí con Cristóbal Suárez y que referencio abajo.
Sin embargo, ¿qué papel juega la educación en este caso? Burawoy (2005: 204) apunta claramente que nuestra labor académica pública pasa en primer lugar por nuestra labor en las aulas: no considerando a los estudiantes como receptores pasivos de información sino haciéndolos protagonistas al convertir “sus problemas privados en cuestiones públicas. Y lo hacemos gracias a su compromiso y no a su exclusión, partiendo de donde ellos están no de dónde estamos nosotros.” De este modo, “La educación se convierte en una serie de diálogos que fomentamos sobre la sociología —un diálogo entre nosotros y los estudiantes, entre los estudiantes y sus propias experiencias, entre los propios estudiantes y, por último, un diálogo de los estudiantes con los públicos de más allá de la universidad.” Concluye afirmando que “En tanto que docentes todos somos potenciales sociólogos públicos.” Este discurso abordado de manera multidisciplinar y, especialmente, en el contexto de Humanidades Digitales, proporciona una perspectiva complementaria y enriquecedora del proceso de apertura que el empleo de Internet representa en educación.
Existen también una serie de problemáticas político-culturales de gran importancia, entre otras:
- Las grandes redes sociales se han convertido en las más poderosas plataformas para la difusión cultural. La Humanidades y las Ciencias Sociales deben desarrollar una aproximación crítica a estos espacios: valor de la privacidad, control de los datos, preservación de la información, relevancia para los algoritmos. Sin embargo, siendo críticos, ¿debemos resistir o asimilar? ¿ser apocalípticos o integrados? dar prioridad a los fines o a los medios? Se constata una pérdida de soberanía en la red en un contexto de situación oligopolística que presumiblemente acabará con el desmembramiento a largo plazo de los grandes conglomerados digitales.
- Aparecen nuevos legitimadores digitales que se convierte en creadores del un canon “digital”, a través de proyectos como Google Art Project o Google Books.
- El problema de la brecha digital (digital divide), no tanto referida al acceso, sino a la capacidad de uso y a las competencias, es clave para no confundir a los internautas o a los usuarios de las redes sociales con la población en su conjunto.
Se exploran nuevos formatos híbridos, en la búsqueda de atención perdida. El problema de captar la atención mediante la tecnología es algo que ya se plantea en otros época: por ejemplo, el Barroco. En la difusión cultural ganan espacio formatos que provienen del ámbito informático, como los hackathones. Así encontramos propuestas como los THATcamps. Los formatos analógicos vuelven con fuerza por su versatilidad para generar nuevas propuestas en espacios abiertos sin tecnología: Kamishibai. Al mismo tiempo, planteo cultura como espacio de resistencia. Me recuerda a la etiqueta #longreads en Twitter, textos largos frente a consignas. Es como ver una película de Tarkovski frente a una serie de consumo rápido de Netflix.
La difusión cultural adquiere también una nueva dimensión a través del desempeño de equipos multidisciplinares: tecnólogos, humanistas, analistas de datos, profesionales del marketing, psicólogos, etc. En este sentido, pueden existir problemas con las carreras académicas por el reconocimiento de méritos.
La Innovación social y las humanidades son otra forma de expandir socialmente su impacto. Un ejemplo fue el desarrollo del proyecto Facultad Cero.
El papel de la ciudadanía en el desarrollo de las Humanidades Digitales es también clave, considerando como proyectos de la magnitud de Wikipedia se han desarrollado de espaldas al mundo académico, ajeno en muchos casos a dinámicas colaborativas en las que la autoría no es el elemento central.
Finalmente desarrollo una mirada desde la educación, a propósito de este capítulo de libro que escribí con Cristóbal Suárez
ROMERO FRÍAS, E. y SUÁREZ GUERRERO, C. (2018). «Ciencias Sociales y Humanidades Digitales: un enfoque de aprendizaje cooperativo, abierto, público y experimental». En Humanidades Digitales: Recepción, crítica e institucionalización, Bonilla Artigas Editores y Red de Humanidades Digitales. México. Enlace al capítulo de libro.
y del que extraigo esta cita:
Con todo, ¿es preciso transformar la educación desde la tecnología? Esta pregunta bien podría ser pertinente en tiempos de Internet, no obstante es insuficiente para entender el significado del cambio. Si lo anterior fuera posible no existirían problemas educativos ya que bastaría aplicar una solución tecnológica, como puede ser una app o una web, para ver solucionados los problemas educativos. Esto no es posible. En la educación existen muchas variables en juego, complejas y densas, donde la tecnología es una más. Pero también es cierto que Internet, como ninguna otra tecnología, está favoreciendo procesos de acceso, procesamiento y comunicación nunca vistos y que comprometen parte de los procesos de formación y educación. Esto es, lo que añade Internet a los procesos educativos no son nuevas herramientas, aunque sean materiales, sino nuevas condiciones sociales y culturales con las que pensar los procesos de aprendizaje (Suárez y Gros, 2013). Por ello, la pregunta pertinente, desde una mirada pedagógica, sería: ¿transformar la tecnología desde la necesidad educativa?