El
- El botellódromo supone un problema de primer nivel en cuestión de orden público para los vecinos y vecinas afectados. Es necesario tomar medidas para preservar el bienestar del vecindario.
- El botellódromo constituye un espacio en el que en determinados momentos, determinadas normativas y prácticas, que no se consienten en otros lugares son permitidas, generando ámbitos de impunidad que no deben ser admitidos ni promovidos por las instituciones públicas.
- El ocio en nuestras prácticas sociales suele ir acompañado de alcohol. Su consumo excesivo puede generar serios problemas de salud pública. Esto se agrava en el caso de los menores de edad. Sin embargo, el alcohol como tal no puede ser estigmatizado. No es una cuestión de alcohol sí o no. Sino que se debe actuar educando en un consumo responsable.
- La inmensa mayoría de jóvenes que participan en el botellón realizan un consumo ocasional y emplean este tipo de evento como espacio de encuentro social. El botellón, actualmente en el espacio denominado “botellódromo”, constituye una forma de apropiación de espacios públicos por parte de los jóvenes. Creemos que esto debe de situarse en un contexto histórico en el que los lugares de encuentro en las ciudad han sufrido un considerable retroceso.
- Siendo las motivaciones de la mayoría de jóvenes las de reunirse y beber de forma compartida como forma de socializar y de encontrarse, urge entender el fenómeno para no estigmatizarlo y poder aprovechar las oportunidades que nos ofrece. Mediaticamente la imagen de los jóvenes se ve afectada por relacionarse con el alcohol y con determinados episodios de desorden público; sin embargo hemos de reivindicar que nuestros jóvenes también se reúnen en bibliotecas para estudiar juntos, acuden en grupo a conciertos o realizan actividades deportivas, sin que estas acciones asociadas a valores positivos se vinculen con ellos.
En atención a lo anterior y siendo el problema del botellódromo algo de largo recorrido, creo que la solución no pasa por medidas a corto plazo tomadas desde las instituciones sin una participación activa de los jóvenes. Sin duda hay que resolver lo urgente, pero lo urgente puede que no resuelva lo importante.
Considero que la solución (si podemos hablar en estos términos) debe pasar por medidas de participación social que vinculen a un mayor número de colectivos en un proceso de innovación abierta con los distintos actores implicados. Así, nuestra propuesta no permite adoptar una solución inmediata, sino abrir un proceso de “innovación social” en el que a través de distintas metodología participativas se vincule a:
- estudiantes y jóvenes (que en la comisión están infrarrepresentados),
- menores,
- instituciones y asociaciones de diverso tipo que consideren que tienen algo que decir al respecto,
- instituciones públicas,
- industria cultural, etc.
de modo que a lo largo de unos meses y con un proceso planificado y orientado se puedan plantear alternativas que:
- partan de la sociedad (dinámica de abajo arriba),
- puedan ser prototipadas y experimentadas antes de ser escaladas en la ciudad,
- cuenten con el apoyo de las instituciones públicas, y
- permitan abordar el problema y las oportunidades que se abren de forma compleja.
En este contexto, entiendo que la comisión tal y como se encuentra planteada responde a la adopción de medidas urgentes para lo cual no me encuentro en la condición de aportar un conocimiento experto que pueda determinar si desde ya es mejor cerrar, modificar, o mover de lugar el actual espacio conocido como botellódromo.
Presencia en medios
Publicación del Ideal de Granada del 22 de febrero de 2016.