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Economía colaborativa: una revisión global del fenómeno que está cambiando las reglas del juego

La Economía Colaborativa, una propuesta estratégica en auge que está empezando a transformar importantes sectores económicos, no es tan nueva como podría parecer, encontrando referentes en algunas formas de economía social (cooperativas, uniones de crédito, etc.). Bajo el nombre de Collaborative Economy, Sharing Economy o peer-to-peer economy, entre otros, denominamos, siguiendo la definición propuesta por Wikipedia, a un sistema socio-económico basado en compartir una serie de recursos tanto físicos como humanos.

It includes the shared creation, production, distribution, trade and consumption of goods and services by different people and organisations. These systems take a variety of forms, often leveraging information technology to empower individuals, corporations, non-profits and government with information that enables distribution, sharing and reuse of excess capacity in goods and services. A common premise is that when information about goods is shared, the value of those goods may increase, for the business, for individuals, and for the community.”

Situémonos en el contexto de una sociedad de la abundancia en la que en muchos casos la crisis ha afectado a las rentas pero no a los patrimonios que se han convertido en cargas improductivas. La Economía Colaborativa permite activar este excedente de recursos que disponen los particulares para ponerlos en unos nuevos mercados de bienes y servicios que en muchos casos no existían. Lo hacen gratuitamente de forma altruista, por una compensación económica o directamente buscando obtener un beneficio.

En inglés el término Sharing Economy es con diferencia más popular que Collaborative Economy, a pesar de la traducción al español que empleamos, como muestra el siguiente gráfico de Google Trends.


Las estimaciones sobre el impacto de este fenómeno son diversas. Forbes, en enero de 2013, apuntaba que los ingresos que irían a parar el año pasado directamente al bolsillo de las personas participando en este sistema superarían los 3.500 millones de dólares, con tasas de crecimiento del 25%. En un reciente comunicado del gobierno del Reino Unido se cifraba el valor global de la economía colaborativa en 9.000 millones de libras, estimando un mercado de 230.000 millones para el año 2025. En sectores como el de alojamientos turísticos o el de alquiler de coches alcanzará un 50% de la cuota de mercado.

Todo este volumen de recursos que engorda el sector de la Economía Colaborativa reduce por otra parte los beneficios de sectores tradicionales de la economía. Así, por ejemplo, en los últimos 3 años la industria del taxi en San Francisco ha sufrido una reducción de 2/3 de sus ingresos. En Washington DC, del 22%. Considerando que los ingresos de Uber se duplican cada 6 meses la amenaza al sector tradicional es más que un temor.

Un estudio de la Boston University indica que cada por cada 1% que crece Airbnb la industria hotelera se reduce un 0,05%. Y los ratios de crecimiento son muy altos. Lending Club ha dado préstamos por valor de 5.000 millones de dólares en 5 años.

Podemos citar también el caso de la Craiglist como la empresa con una mayor ratio de ingresos por empleado entre las empresas de internet en 2010.

En este caso ya no estamos hablando de sectores centrados en la venta de información, de productos distribuibles en forma digital, sino de productos y servicios que se centran en objetos físicos.

 

Cómo funciona la economía colaborativa

La gente, las personas, la multitud, the crowd, está actuando como una empresa en un proceso análogo al que se ha vivido con la revolución de la comunicación con la Web 2.0 e Internet. Los grandes conglomerados de medios han visto como sus márgenes de beneficios se han reducido al tiempo se han visto forzados a transformar sus modelos de negocio para sobrevivir.

La revolución industrial provocó una especialización en el trabajo, generando a la larga una participación en el mercado únicamente como consumidores en sentido general pero como productores en una forma especializada. La existencia de recursos ociosos o infrautilizados propios de un proceso de acumulación derivado de la sociedad de consumo amplía el espectro de la oferta que los individuos generan en el mercado una vez que la tecnología lo posibilita. Se trata de una economía más transversal, en la que, en línea con la idea del prosumidor como productor y consumidor en el ámbito de la información, surgen ahora nuevos roles híbridos en los que las figuras del cliente y del proveedor también se confunden en la generación de bienes y servicios.

Las grandes corporaciones en sectores tradicionales de amplia demanda (donde encontramos muchas de las conocidas como blue chips) empiezan a observar como la irrupción de movimientos como el maker (crear nuestras propias cosas), la impresión 3D, los mercados colaborativos que hacen surgir nuevas ofertas que antes no estaban en el mercado, están modificando el panorama en el que habían vivido hasta el momento.

Debbie Wosskow, CEO de Love Home Swap y encargado del informe sobre economía colaborativa en el Reino Unido, apunta a la creación de “a nation of micro-entrepreneurs” a partir de la transformación del modo en que empleamos nuestros recursos.

La revolución económica digital va a llegar a los productos físicos con una diferencia importante. Nos hemos acostumbrado erróneamente, siguiendo la idea expuesta en Free de Chris Anderson, a que los productos de Internet tienen un coste cero. Tendemos a no atribuir un valor financiero a todo aquellos que puede ser reproducido sin coste alguno. Sin embargo, ahora se trata de productos y servicios que entrañan en buena medida un componente físico irrenunciable (alojamientos, comida, objetos, etc.) lo cual incrementa el valor financiero de las transacciones generando un redistribución de los ingresos potencialmente más disruptiva si cabe.

Jeremiah Owyang, fundador de Crowd Companies, apunta una serie de ideas sobre esta economía colaborativa:

  • Las personas tienen la capacidad y la motivación de satisfacer sus necesidades sin realizar una operación en el mercado tal y como lo conocemos.
  • Las personas se están convirtiendo en empresas que solventan las ineficiencias de determinadas industrias o corporaciones. Esto se produce eliminando intermediarios que proporcionan bienes y servicios con un escaso valor añadido, al tiempo que alimentando nuevos intermediarios que en realidad se convierten en creadores de mercados. Las empresas de la economía colaborativa no proporcionan directamente bienes y servicios, sino que son el mercado en sí mismas.
  • Las empresas se ven obligadas a emplear las mismas herramientas y estrategias de la economía colaborativa para conseguir relevancia, tal y como ocurre en el sistema actual de los medios de comunicación. Un buen ejemplo es el de la industria automovilística:
    • BMW Drive NOW Premium Car Sharing by BMW i, Mini, and Sixt
    • Volkswagen Quicar Car Share by VW (Hanover)
    • Peugeot Mu Mobiliy Services Rentals
    • Daimler Car2Go Sponteneity on Wheels
  • Se produce un cambio en los modelos de negocio. Al margen de los ejemplos anteriores en el sector automovilístico, tenemos el propio caso de la industria financiera con las nuevas formas de asesoramiento financiero.
  • Las personas se integrarán dentro de las propias compañías (crowdsourcing). Una propuesta que no es nueva pero que forma parte en este contexto de una estrategia empresarial para mantener la relevancia social de sus actividades. Se trata de procesos de co-financiación, co-creación, co-diseño, etc.

¿De qué sectores y empresas se trata?

El siguiente diagrama por Jeremiah Owyang muestra los diversos sectores de la economía colaborativa así como sus nombres más emblemáticos (entre ellos empresas como Airbnb, Uber, Rentmyitems, BlaBlacar, Zipcar…).

¿Qué factores alimentan la Economía Colaborativa?

Algunos de los siguientes factores provienen del Collaborative Economy Honeycomb. Para un análisis más detallado puedes leer este artículo.

Fuerzas sociales

  • Deseo de conectar con otros y de vivir una experiencia única.
  • Concienciación por una economía más sostenible: mayor sostenibilidad al haber más recursos disponibles al tiempo que un menor consumo.
  • Incremento de la población, especialmente en núcleos urbanos. Esto hace impracticable disponer de bienes como automóviles en propiedad.
  • Recomendación social en un doble sentido: no solo los proveedores son los evaluados, sino también los clientes.

Fuerzas económicas

  • Crisis económica: necesidad de obtener recursos adicionales.
  • Existencia de recursos infrautilizados.
  • Fuerte inversión en startups: 2.500 millones de dólares desde enero a agosto en 2014. Se puede consultar la siguiente tabla con datos de financiación de start-ups.

En el ámbito financiero, hay que subrayar las dificultades que los sistemas contables presentan para la valoración de los activos intangibles. Es preciso preguntarse: ¿cuál es la naturaleza del producto: servicios, alquileres, se traspasan todos los beneficios y riesgos inherentes a la propiedad, etc.? Como ejemplo podríamos pensar en el valor contable de una empresa como Airbnb.

Esto se conecta entre otras cosas con la tendencia a considerar todo como un servicio: XAAS (X As A Service) o Access over ownership. Fenómeno que proviene del mundo del software y que ya O’Reilly en 2005 señala como una de la claves de la Web 2.0.

Fuerzas tecnológicas

  • Tecnologías móviles.
  • Redes sociales.
  • Mejores sistemas de pago.
  • Internet de las Cosas.

¿Qué problema e inconvenientes comporta?

  • Precariedad en el trabajo: relativa a beneficios sociales, condiciones de seguridad, ingresos estables, etc.
  • Impacto social en las condiciones de vivienda. Se habla de gente expulsada del mercado de viviendas en alquiler a medio y largo plazo con el fin de obtener mayores beneficios a través de microalquileres. Este proceso que se puede dar de forma acusada en zonas históricas causa problemas de convivencia con los residentes permanentes.
  • Creación un doble mercado desigual entre servicios proporcionados por proveedores tradicionales y nuevos agentes económicos.
  • Falta de regulación: se han generado problemas en diversas ciudades en relación con servicios como Uber o Airbnb, entre otros. Es necesario que los poderes públicos desarrollen nuevos marcos reguladores que den acomodo a estas prácticas al tiempo que se generen mayores garantías para los clientes. Existen importantes intereses de los grandes grupos empresariales para que esto no sea así al igual que lo que ha sucedido en otras industrias como la de la música. El pasado 29 de septiembre el Reino Unido comisionó un informe independiente sobre el impacto de la economía colaborativa. Aquí puedes participar en la consulta pública abierta. Entre sus objetivos:
    • challenge and define the concept of the sharing economy,
    • explore the potential benefits of the sharing economy to the UK, as well as any risks it may pose to traditional industries,
    • understand the main issues faced by businesses within the sharing economy, such as the role of insurance policies on new firms like Airbnb,
    • understand the regulatory burdens faced by sharing economy companies,
    • understand the barriers to digital trust,
    • understand how the sharing economy can reach its potential in the UK.
  • Reducción del consumo dado que se aprovechan mejor los recursos ya existentes. Esto entre en contradicción con el modelo de economía de consumo aún imperante.
  • Dadas las elevadas inversiones en start-ups de Economía Colaborativa, las fuertes presiones por monetizar y obtener elevadas rentabilidades.

La fotografía de portada corresponde a Vit Brunner y tiene licencia Creative Commons.

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Esteban Romero Frías

Catedrático de la Universidad de Granada. Vicerrector de Innovación Social, Empleabilidad y Emprendimiento. Innovando desde MediaLab UGR. Transformando desde ReDigital.